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Continuamos presentándoos los productos de
226ERS de la que os hicimos una breve introducción cuando estuvimos analizando sus
Salts,
uno de sus productos más destacados por ser prácticamente únicos, y
ahora nos ponemos con dos de los clásicos cuando hablamos de obtener
energía para el “durante”: geles y barritas.
A ver si hay suerte y os gusta esta prueba a fondo, porque del sabor y
rendimiento de los productos que vamos a ver, no tenemos la más mínima
duda de que os encantarían.
Barritas Energéticas
Cada producto energético tiene su intríngulis y, aunque parece que
tradicionalmente se considera a las barritas como el más “fácil” de
diseñar y que vale con casi cualquier cosa por eso de que se suelen
utilizar cuando hay un poco de tiempo para comerlas en lugar de cuando
vas con la sangre en el gaznate, la realidad es que hay mucha diferencia
cuando se come alguna bien diseñada.
Se deben controlar muchos aspectos, desde el sabor y la textura al
propio efecto y funcionamiento de lo que la compone y, es más, no se
trata sólo de que sea rica, que funcione y nos reponga a tope las reservas de energía sino que también debe ser agradable al comerla, fácilmente digerible… y, en este caso, éstas cumplen con todos esos requisitos.
Al ser el producto más cercano a una “comida normal”,
quizá es en el que más influyen las preferencias personales en cuanto a
texturas, sabores, etc., por lo que es complicado intentar determinar
si son “buenas” o no porque depende mucho de cada uno, pero vamos a
intentar ver cómo son a nivel “técnico” (composición y demás) y a
comentar un poco esas “otras cosas”, porque creo que combinan muy bien
ambos aspectos.
Las barritas de 226ERS son de las grandecillas, 60 gramos por pieza,
con unas dimensiones de unos 4 x 8 x 1,5 centímetros pero son bastante
compactas, por lo que las podemos manejar y transportar perfectamente,
sin que se nos tronchen. El papel en el que están envueltas es muy fácil
de romper y, una vez abiertas, no se rompe todo de una vez, sino que
podemos controlar cuánto vamos abriendo.
Al ser unas barritas resistentes, aunque sean grandes, facilitan
mucho el poder ir comiéndolas a trozos (ya se a bocados caníbales o
troceándolas con cuidado) según vas necesitándolo, pudiendo controlar
muy bien cuánta coges de cada vez (en dos o tres bocados es perfecto y
da para ir dando uno cada 15-20 minutos, por ejemplo) y la ventaja es
que al meterlas en la boca, no se hacen empalagosas sino que se van deshaciendo fácilmente.
Al cogerla en la mano, piensas que va a ser un mazacote incomestible y
que vas a tener que masticarlas tropecientas veces pero como es casi
todo fruta, casi llega a desmenuzarse sola y se va comiendo muy bien,
incluso en marcha.
No tiene coberturas de ningún tipo, ni la típica oblea que se suele
poner cuando son de frutas, así que se pueden llevar todo el año sin
miedo a que al ir a comerla tengamos un pegote de chocolate deshecho.
Ahora hace fresquete así que, como no podía comprobar cómo se
comportaría en los calores del verano, he probado en casa a dejarla
cerca de un radiador para simular cómo se reblandece, y la verdad es que
apenas se ablanda así que la textura es perfecta tanto para cuando hace frío (es compacta pero no dura) como para cuando hace calor (se ablanda sólo levemente).
No se quedan entre los dientes o en las muelas, con lo que no obligan
a beber varias veces o a andar ahí rondándole con la lengua o con el
dedo (cuidado con tergiversar esto de rondar con lengua o dedo) para
quitar lo que se haya quedado enganchado o para que vaya ablandándose y
pasando.
Está en dos sabores, chocolate y manzana con canela,
a cuál más rica y, aunque me pirra el chocolate, tengo que reconocer
que esta de manzana me ha cautivado… el sabor es algo menos fuerte y en
marcha quizá se come algo mejor.
En el caso de la de chocolate, para los que estén acostumbrados a
comer pan de higo, pan de dátiles y nueces o cosas similares, notarán un
sabor familiar aunque la mezcla de todas las frutas secas a la vez
(higos, pasas, ciruelas y dátiles) junto con el toque del chocolate y
sin la canela que le ponen a veces a esos “panes” le da un toque
especial que hace que sea diferente a lo que uno está habituado. Además,
llama mucho la atención el puntillo que le da el arroz hinchado y la
almendra que te encuentras de vez en cuando (me ha encantado el
crujidito), y el recuerdo del chocolate permanece un ratillo (sin abusar, pero sí se deja notar).
La textura general de la de chocolate recuerda un tanto a los brownies
y se puede trocear prácticamente como queramos (en cuadraditos si hace
falta), pero la de manzana es un poco más “anárquica” ya que no es tan
compacta, tan mazacote, lo que la hace que se pueda digerir algo más
fácilmente.
Algo que me ha llamado mucho la atención es el olor de la de manzana porque recuerda a esos panes densos que a algunos nos da por comprar de vez en cuando.
Y, bueno, una vez contado cómo son, su pinta y cómo se manejan, vamos
a hacer un recorrido por la parte un poco más técnica, composición y
demás. Están hechas con ingredientes naturales, almendras y frutas secas
entre las que destacan las pasas, dátiles, higos y ciruelas,
seleccionados por sus propiedades y nutrientes que aportan, con el
objetivo de que no haya que añadirle a la barrita prácticamente nada que
no aporte sus propios ingredientes.
Los hidratos de carbono provienen de fructosa y
amilopectina, con lo que se consigue una fuente de energía de rápida
absorción pero con efectos prolongados en el tiempo y, lo mejor de todo,
sin que haya picos de insulina ya que no tienen azúcares.
Como todos los productos de 226ERS, no contienen gluten. En el caso
de las de manzana con canela, tienen un bajo contenido en fibra (muy
útil si vamos a tener que comer muchas seguidas) y ambas contienen una
fuente adicional de vitaminas y sodio.
Tienen una carga energética de unas
210 Kcal, que
proviene de 2-4 gramos de proteínas, 42-44 gramos de hidratos de carbono
(de los que algo más de la mitad son azúcares), 3-6 gramos de grasas,
cierta cantidad de sodio (el doble de lo que tenía una pastillas de
Salts) y un buen compendio de vitaminas (C, E y grupo B).
Con todo esto que hemos ido viendo, huelga decir que son unas
barritas muy versátiles, para muchas de las disciplinas deportivas en
las que tengamos que aportar energías y que queramos hacerlo mediante
algo masticable y con sustancia.
Si hablamos de tomarlas en el “durante”, nos serán
más útiles en las actividades de resistencia pero son perfectamente
válidas para tomar también casi en cualquier momento del día o, mejor
aún, un poco antes de comenzar la actividad deportiva ya que nos permite
rellenar los depósitos energéticos sabiendo que se va a hacer de manera
progresiva, sin picos de insulina, sin requerirnos ingerir grandes
cantidades de agua, etc.
Las he estado usando principalmente para la bici y para comerlas un poco antes de entrenar
(30′ – 40′ antes de salir a la faena) y tengo que reconocer que,
pensando en ese uso del “durante”, en el que no suelo tirar muy a menudo
de barritas por el tipo de entrenamientos que hago, son unas de las
barritas que más me han gustado hasta ahora y que me han sorprendido
mucho por lo fáciles de comer y digerir que son (amén del resto de cosas
que hemos ido viendo como lo de que permiten ir racionándolas muy
bien).
No las he utilizado en ningún pateo de los de perderse por medio del
monte echando un porrón de horas pero, pensando en ese uso, me parece
que pueden ser muy interesantes porque se hacen muy agradables de comer
(tanto por sabor como por el poco esfuerzo que necesitan para
masticarlas) y no requieren beberse medio bidón cada vez que toca comer
una.
Geles Energéticos
Los geles, ese producto energético comodín allá donde los haya porque
puede sacarnos de muchos aprietos y darnos mucho juego, pero que
también lo carga el diablo y que puede darnos algún que otro susto si no
lo utilizamos correctamente o si tiramos de alguno regulero.
En esencia, casi todos los geles energéticos son más o menos similares y buscan ser una fuente de energía de rápida asimilación
en plan tomar y empezar a quemarla, y por eso hay que llevar un poco de
cuidado al diseñarlos, para que puedan entregar la energía a toda leche
pero sin que se produzcan picos de insulina.
Y otro punto importante a tener en cuenta es que al ser uno de los
productos que se suelen consumir cuando vamos con el motor a todo lo que
da, deben cuidar mucho aspectos como la digestibilidad
(que no nos destroce el estómago), que tengan un vaciado gástrico
rápido, la cantidad de nutrientes que llevan, que en caso de reflujos no
produzcan muchas molestias en el esófago, etc.
Y, bueno, aun teniendo en cuenta todas estas cosas, al final, gran
parte del éxito de los geles energéticos recae también en la forma en
que los tomamos, en qué momento, si los acompañamos de líquido… así que
es muy importante tener un buen producto y probar mil veces hasta que
conseguimos dar con aquél que nos funciona bien junto con la pauta de
uso que mejor nos funciona.
Y aquí es donde aparecen los de 226ERS, que nos presentan tres geles
que son muy similares en esencia (la composición base es análoga) pero
que nos permiten jugar tanto con el sabor como con la carga de cafeína
que lleva cada uno de ellos.
Como vemos en las fotos, son en formato chupetín, cada uno contiene 25 gramos de producto y cada pieza ronda las 75-80 kcal
y unos 19 gramos de hidratos de carbono (de los que 10 gramos son
azúcares). Es decir, proporciones ideales para meterse el bombazo de una
tacada y sin miramientos ya que, aunque hay miles de estudios y
opiniones, parece que hay cierto consenso a la hora de aceptar que esa
cantidad de hidratos de carbono y de energía puede ser más o menos la
que un organismo medianamente entrenado es capaz de asimilar de un
tirón.
Por más que nos queramos meter tropecientas calorías, si no somos
capaces de asimilarlas, no vale de nada y esto aplica no sólo a cuando
lo tomamos de manera continuada sino también a cada toma, de ahí que con
este tipo de productos se nos facilite mucho esa toma progresiva de “un
gel cada X tiempo” porque sabemos que aunque nos lo enchufemos entero, no vamos a saturar a nuestro estómago y luego ya es cosa “simplemente” de conseguir determinar cada cuánto tenemos que tomar uno de estos geles.
La textura y el sabor son muy agradables y “mielosos” (recuerdan
mucho a la miel ligeramente líquida, no os penséis que es una pasta) así
que son una delicia para los golosones como el que escribe estas
líneas. La verdad es que me gusta mucho este tipo de textura… salvo si
es para correr o si hace muchísimo calor porque en esos dos casos me
tienden a funcionar mejor los que son más líquidos. No obstante, todo es
cosa de adaptar la forma de tomarlos y diluirlos un poco, beber algo
más de agua, etc.
Se abren muy fácilmente (simplemente hay que “tronchar” el tapón, que
sale muy fácilmente) pero parece que cuesta un poquillo vaciarlo
completamente, al menos con el simple “estrujamiento” que hacemos con
una mano, algo que se soluciona fácilmente sorbiendo dándole un
chupetazo ;-D
Con este formato de chupetines, alguna vez le he oído a algún
compañero que ha tenido algún problema porque se le ha abierto (por
ejemplo, al tenerlo metido en el bolsillo del maillot con otras cosas y
andar hurgando por ahí) pero la verdad es que con estos no he tenido
ningún problema y me parece que mantienen un buen equilibro entre la facilidad de apertura y la resistencia a “aperturas imprevistas”.
Lo que no termina de gustarme de este tipo de envases es que no se
pueden moldear-doblar para, por ejemplo, pegarlos en la bicicleta o
meterlos en los bolsillos o bajo las mallas de correr pero, ojo, es mera
preferencia personal porque justo ese formato y la facilidad para
adherirlos al cuadro de la bici pegándolos del extremo es lo que gusta a
mucha gente.
Están en tres variantes pero tienen todos una composición base similar y para evitar los míticos (y tan temidos) picos de insulina,
lo que han hecho es que la mitad de la energía provenga de hidratos de
carbono complejos, amilopectinas y maltodrextinas y que de la otra
mitad, aunque sean azúcares, sea en gran parte fructosa.
Además, se han complementado con cierta cantidad de sales minerales,
básicamente sodio (unos 120 mg) y potasio (unos 60 mg), ambos,
necesarios para que pueda continuar el funcionamiento de la maquinaria a
pleno rendimiento, evitar la aparición de calambres, etc.
La principal diferencia entre los tres tipos, además del sabor, es la
cantidad que contienen de cafeína, que es, entre otras cosas, es una de
las sustancias que ayudan a la movilización de los ácidos grasos con lo
que teóricamente se puede retardar el inicio del uso de las reservas de glucógeno muscular.
Por supuesto, también contribuye a espabilarnos, activarnos y demás
cosas asociadas a esta sustancia, pero eso excede el alcance de esta
prueba así que lo dejo para los que quieran profundizar en las “teorías
cafeínicas”.
Dicho, esto, si le echamos un vistacillo rápido a cada uno de ellos:
- Café (Start Energy – Black Coffee): es el que más cafeína contiene
(50 mg) y el sabor es curioso porque si sólo tomas un poquito para
saborearlo, se nota bastante fuerte, como si tuvieras en la boca uno de
esos caramelos que son chiquinines como un grano de café, pero si lo
tomas entero es como si se diluyera un poco y se hace muy agradable. No
permanece tanto ese sabor como pensé la primera vez que lo tomé, pero sí
marca bastante el sabor, así que es ideal para los que gusten del café…
un puntazo, sin duda y una gran sorpresa. Se me antoja ideal para antes
de empezar, para los que gustan de tomar el típico café previo a la
batalla. Si tuviera un toque que recordara a alcohol, sería como meterse
pal cuerpo un carajillo.
- Limón (Energy Plus – Fresh Lemon): contiene la mitad de cafeína (25
mg) y quizá se me ha hecho un pelín ácido de más en algunas tomas y eso
que me suelen gustar más lo de sabores cítricos en los geles. El sabor
es el clásico la combinación de miel y limón con un marcado sabor del
limón (no es como los caramelos que saben casi sólo a miel). Es el más
“fresco de los tres” y el que quizá se digiere más rápido así que sería
mi elección para temperaturas calurosas y para tomarlo intercalándolo con los de fresa-platano.
- Fresa – Plátano (Energy Gel – Strawberry & Banana): sin cafeína y
quizá el más “normal”, no porque sea peor, sino porque es un sabor al
que es más fácil estar acostumbrado ya que en seguida lo asocias a
golosinas y cosas por el estilo (es como si fuera un polo flash deshecho
pero un pelín más pastosete). Al no tener cafeína sería el gel al que
recurriría si tuviera que tomar varios en un corto período de tiempo.
Cómo tomarlos, combinarlos y demás, pues dependerá de qué actividad
estemos realizando y de las preferencias de cada uno en cuanto a los
sabores pero, al tener estas tres opciones, podemos jugar tanto con el
cambio de sabores (hay gente a la que le gusta ir cambiando cuando tiene
que tomar varios en un corto período de tiempo), como con la
posibilidad de meter cierta cantidad de cafeína según la necesitemos.
La verdad es que no me atrevo a dar una pauta recomendada de uso (al
menos, no más allá de lo poquito que he comentado antes y de la típica
“receta general” de “uno cada 30 ó 40 minutos”) porque no es sólo que
dependa de la actividad y del organismo de cada uno sino que depende
también de la pauta de reposición energética que quiera seguir: sólo
geles, geles y barritas, tomar los geles directamente, disolver los
geles en líquido… las posibilidades son infinitas y
creo que es justo ahí donde reside la gracia de este producto de 226ERS,
en que, al tener una misma base de producto, si sabes que te funciona
bien, sabes que vas a poder ir todo el rato tirando de él introduciendo
únicamente cambios en el sabor y en la carga de cafeína.